En el siglo XIX y principios del XX, durante los gobiernos de Benito
Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz, los dibujos de cráneos y
esqueletos acompañados de textos que criticaban de forma burlona la situación del
país, así como a las clases privilegiadas, se volvieron populares entre la
población y se empezaron a reproducir en periódicos llamados de combate
Calaveras fumando, bebiendo, en fiestas, ricas o pobres,
todas retrataban los errores políticos y la sociedad, así nació La Catrina,
personaje que fue bautizado originalmente como La Calavera Garbancera. Su
primer nombre surgió cuando Guadalupe Posada realizó un grabado en metal para
criticar a quienes eran conocidos precisamente como garbanceros, es decir,
personas que teniendo sangre indígena pretendían ser europeos, renegando así de
sus raíces y de su cultura.
La calavera de Posada no tenía ropa, sólo un sombrero,
así, el autor criticó a aquellos que querían aparentar un estilo de vida que no
les correspondía.
La obra de este ilustrador influyó en artistas como Diego
Rivera, quien le dio a La Catrina el nombre y la forma con que hoy se le
conoce, pues fue el primero en pintarla vestida dentro de su mural “Sueño de
una tarde dominical” en la Alameda Central, arropada como una dama elegante,
con un estilo clásico de la aristocracia de fines del siglo XIX y principios
del XX.
El
nombre de Catrina, proviene de la palabra ‘catrín’, sinónimo de elegante,
distinguido, bien vestido, fino, sofisticado y otros adjetivos con que el
pueblo denominaba a las clases privilegiadas de entonces.
Fue hace más de 35 años cuando el escultor Juan Torres
creó a la primer Catrina tridimensional de barro al interior de un humilde
taller en la tenencia de Capula. El artista moreliano afirma que su llegada a
la comunidad significó un reencuentro consigo mismo, pero que nunca pensó que
la aportación de su obra sería también la evolución de la propia identidad de
la comunidad. Por este motivo, los alfareros de Capula, quienes encontraron en
la Catrina de barro una figura icónica, presente en las obras, festejos y
verbenas, dieron a conocer su representación ante el mundo y a su vez, la
convirtieron en nueva forma de generar ingresos para los artesanos.
Sylvia Ji es
a la vez contemplativa, espiritual, enigmática, pero caprichosamente divertida artista, que a la par con Juan Torres, la
belleza que emerge como la característica que define su arte refleja una
extensión de sí misma, un reconocimiento apasionado de simple placer estético
que fusionó con el tema íntimamente
complejo de la catrina y con la cultura
que se vive en México

Con el paso del tiempo, la catrina se ha convertido al
ojo del folklore mexicano como la representante de la
muerte especialmente para la celebración del día de los difuntos. Es parte de la cultura mexicana burlarse de
las seriedades, y el día de muertos es el mejor ejemplo de esto. Para dicha
celebración se puede encontrar a la catrina con distintos atuendos dependiendo
del lugar en que se encuentre y del difunto a quien se esté homenajeando. Por
ejemplo, en un altar de muertos de una maestra, probablemente se
encontrará a la Catrina disfrazada de maestra. Siendo consecuente con lo
mencionado, es necesario resaltar a John Karpinsky, quien se hace llamar “Captain
Magnificent” describiéndose a sí mismo como un ilustrador excéntrico y a quien
le encanta traer a la vida todo lo que su cerebro se imagina. Realiza así pues,
una serie de retratos llena de arte y de una gran armonía en los colores.

Algunas personas, al ver una imagen o
escultura de la catrina expresan sentir miedo y no atreverse a tener algo así
en sus casas, sin embargo, esto habla sobre una falta de cultura en la sociedad
mexicana pues
la relacionan directamente con la muerte olvidando su verdadero origen. Erudición que Bertha Sandoval decidió
emprender al observar que la catrina es una representante de la muerte muy
mexicana y que solo pocos extranjeros la
conocían.
Creada hace 100 años, esta mujer flaca y
vestida con ropas ostentosas sigue siendo vigente. Cada imagen de los artistas mencionados en el
transcurso de la presente reseña, manifiestan a través de la catrina, ese
imaginario popular que a lo largo de los años se ha re-contextualizado y que en
base a este icono, se da a conocer sea en pinturas, murales, esculturas,
atuendos e incluso en medios audiovisuales, la forma en que los Mexicanos
perciben el vivir y la importancia de aprovechar cada instante de la vida.