En el proyecto realizado, fue posible analizar a la calavera
garbancera, palabra con la que se conoce a las personas que siendo sangre
indígena pretenden ser europeos, así fueran españoles o franceses y renegaban
de su propia raza, herencia y cultura. Esto se hace notable en la imagen
histórica que posteriormente, da paso a la catrina; ésta no tiene ropa, sino
únicamente el sombrero, ejecutándose como crítica a muchos mexicanos que
son pobres pero que aun así quieren presentar un estilo de vida europeo que no
les corresponde.
En México
se cree que la muerte, pero más específicamente la memoria de los fieles
difuntos da un sentido de identidad ayudando al ser humano a arraigarse a su
cultura y a su comunidad. Esta conspicua y perenne compañera se asocia
paradójicamente con el placer de vivir ante la inminencia de la muerte.
La
catrina con su traviesa sonrisa, invita a asir el momento y a través de
la música y la danza encontrar el sentido de la vida. Su doble identidad
permite recordar que la vida es aquí, ahora y eternamente, como la música y las
artes.
Las diversas manifestaciones, en las que se da a conocer la catrina, representan
la interpretación de la cotidianidad de la sociedad de aquella época. Calaveras
vestidas con ropas de gala, bebiendo pulque, montadas a caballo, en fiestas de
la alta sociedad o de un barrio, son iconos para retratar la miseria, los
errores políticos, la hipocresía de una sociedad. Por esta razón se
finiquita diciendo no hay que negar a la esencia de la catrina, porque no
solo se muere en cuerpo, sino también de espíritu; contemplar la muerte es
asimilar las falencias y descubrir las oportunidades que quizás estarán en
nuestro diario vivir.
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